Espiral (teoría chusquera del movimiento)
Espiral: elemento propio de locos y egoístas. Giros y giros dados en
torno a un mismo punto central que, si hago caso de mi intuición, no
existe. Una trampa destinada a encerrar la conciencia en la nada. ¿Acaso
no volvería eso loco a cualquiera? Cientos de pensamientos sobre un
mismo tema, habitualmente, el autoconocimiento, aunque sea a través de
la interpretación del exterior. Y eso es egocéntrico, si no egoísta.
Hay corredores que buscan las líneas rectas, el camino más corto
entre dos puntos. Yo lo alargo. Es como si no tuviera prisa por llegar a
ninguna parte. Como si mi elección a la hora de escoger una ruta fuera
apostar por el tiempo perdido… Si no importa el destino, es más fácil
disfrutar más del viaje.
Cuando siento dentro de mí la presencia de la belleza, el miedo, la
felicidad o la ira, siento en espiral. El pozo negro que me absorbe es
una espiral que me lleva hacia ese punto que no existe. No hay suelo,
sólo caída a través de la espiral. Mi cuerpo jamás golpea contra nada
porque, cabe la posibilidad, eso sería algo similar a encontrar una
certeza. Únicamente hay oscuridad hambrienta de engullir mi ser.
La belleza son hojas otoñales, marrones, húmedas, presas en un
pequeño huracán que las hace moverse siguiendo las formas de una
espiral. Encerrándose sobre sí mismas una y otra vez. Y tampoco hay
epicentro visible para el movimiento que presenta una forma etérea. Ni
siquiera sé si existe, sólo que siento su presencia espiral frente a mí.
Los colores se mezclan y viajan de una intensidad a otra en forma de
espiral, como la música con sus notas. En el centro no hay nada. Quizás
sea lo más parecido que existe a un orgasmo. Quizás guarde en su
interior todas las respuestas, pero en realidad no hay nada porque no
puedo tocarlo con mis propias manos o verlo con mis ojos. Aquello que no
alcanzo, a efectos prácticos, no es.
Toma un papel, dibuja una espiral y cuando no quede espacio para
seguir dibujando descubrirás que aún queda en tu interior el ansia de
seguir estrechando el cerco a ese punto imaginario… O a lo mejor no. A
lo mejor sólo me ocurre a mí.
En una espiral nunca existe la sensación de haber alcanzado el
destino, sólo el viaje hacia el lugar que no se puede alcanzar, hacia el
interior, porque la espiral te absorbe y conduce dentro de algo situado
más allá de su propia existencia material.
La espiral te conduce al conocimiento de tu alma a través de la
reflexión sobre ti mismo, sobre otro, sobre el mundo o el microuniverso
que generan un montón de hojas otoñales bailando con el viento después
de una sofocante tormenta que las unió al asfalto. El viento ha
necesitado horas para despegarlas, pero ahí están ellas, sucias,
parloteando con la humedad mientras giran y giran en su remolino. No es
una imagen agradable, pero sí hermosa para todos aquellos que sueñan con
renacer tras la caída y que se dejan atrapar por su espiral.
Si otro corredor y yo saliéramos a la vez de un mismo punto que
también designaremos como meta, cualquier observador dictaminaría que
quien retornase primero a él sería el más rápido de los dos. No se
preguntaría si acaso he alargado mi camino. Dará por sentado que los dos
hemos seguido el mismo, el lógico, la línea recta.
El mundo avanza en línea recta. La vida en sociedad es una línea
recta dividida en etapas que debemos quemar.
¿Es posible moverse en
espiral y seguir esa línea a la vez? ¿Puedo encerrarme en la búsqueda de
la espiral sin que eso ralentice mi avance en línea recta?
La respuesta es no. La búsqueda del alma que reside en cualquier
persona, cosa o situación requiere tiempo, pensamiento, energía. Buscar
el inexistente epicentro de la espiral no es más que una pérdida de
tiempo. Nunca se alcanza la verdad absoluta, aunque sí otras relativas.
Es un error creer que la profundización en el pensamiento, la
interrogación sobre el alma del universo, otorga sabiduría. Las certezas
materiales y las leyes matemáticas se alcanzan mediante esfuerzo y
trabajo. No son espíritu, son realidad, parte de la línea. Sin embargo,
tratar de comprender el alma es espiral, porque las dudas sólo conducen a
hipótesis que se prestan a ser cuestionadas con nuevas dudas. Locura,
psicopatía, egoísmo. Anteposición del camino interior, aunque esté
enfocado hacia fuera, al camino exterior.
¿Acaso no es la formulación de las propias teorías vitales una forma de convertir el propio camino espiral en lineal?
¿Acaso no abandona una religión o filosofía el camino espiral al dejar de cuestionar su propia esencia y convertirse en dogma?
¿No es un error tratar de salvar el mundo mediante un camino lineal sin cuestionarnos el mal espiral que le aqueja?
El movimiento espiral perfecto sería otra línea recta desde el inicio
de la espiral hasta su mismo centro, si es que éste realmente existe.
Sin embargo, ejecutarlo, llegar desde la pregunta hasta la respuesta,
sería dar con una verdad. Esa es precisamente la diferencia entre los
dos movimientos. El lineal encuentra certezas, el espiral…
¿No cabe la posibilidad de que al dar vueltas sobre la duda estemos
alejando ese misterioso epicentro que pretendemos alcanzar? ¿No cabe la
posibilidad de que el secreto del movimiento espiral radique en su
capacidad para cuestionar desde el principio aquello que está destinado a
descubrir, negándole a sí su capacidad para ser un dogma?
En el caso del Yo, las preguntas sobre mi propia naturaleza afectaran
a la percepción que tengo sobre mi mismo e incluso podrán ir alterando
mi conducta cada vez de una forma más profunda. La respuesta, así,
cambia conforme avanza el pensamiento, casi como alejándose de él.
En el caso de mis otoñales hojas, sería el propio secreto de la
belleza lo que estaría en entredicho. ¿O es que acaso nunca habéis
adorado la cosa más fea del mundo sin entender el motivo? Exterior para
entender el interior, la propia naturaleza de lo que consideramos
hermoso, aunque sea terrible.
Los hay que tienen la osadía de hablar de ciclos a la hora de
conjugar movimiento lineal y espiral, como quien habla de círculos
pegados por los bordes, pero dispuestos uno detrás de otros, casi como
los de los juegos olímpicos. Planteamiento erróneo, ya que los ciclos
son más bien formas de comparar dos espirales de carácter individual. El
ciclo sólo tiene validez a la hora de interrelacionarse con otras
personas. La línea te sitúa en sociedad, independientemente de si
interaccionas. La espiral excluye la interacción más allá del uso del
mundo exterior como laboratorio de pruebas para avanzar en la no
comprensión de sus reglas. Los ciclos son el medio utilizado para saber
si dos o más personas pueden continuar juntas con su movimiento espiral o
lineal.
Reitero la pregunta: ¿Se puede avanzar en espiral y lineal a la vez?
Reitero que mi respuesta, hoy por hoy, es no. Avanzar en uno implica dejar de lado el otro.
¿Cuál de los dos movimientos es mejor?
¿Han conocido alguna vez un médico casado, con dos hijos y una estupenda casa que sea un zote?
¿Y a un pobre hombre que apenas tiene para vivir y desde su soledad
en el mundo predique grandes verdades, cultive la más hermosa
sensibilidad artística y tenga en su mirada el brillo de la comprensión?
Supongo que en el término medio, como en todo, está la virtud.
¿Acaso puede esa comprensión espiral equilibrar la infelicidad que provoca la ausencia de progresión lineal?
No. Además, el movimiento lineal tiene la virtud de la retroalimentación.
Es agradable hacer todo aquello que los demás dicen que es correcto y,
por desgracia, hace falta tener una, aunque sea pequeña, iluminación
para comprender que en la vida no todo es caminar hacia adelante, de
certeza en certeza.
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